Por qué necesitamos mejorar nuestros métodos de evangelización
Muchos de los que estamos predicando el Evangelio con regularidad hemos notado que la mayoría de nuestros métodos de evangelización no nos han dado los resultados deseados. Llevar megáfonos a lugares públicos y realizar “cruzadas” en toda la ciudad a veces ha resultado útil, pero la mayoría de las veces no son tan efectivos como podrían ser. A menudo, las personas escuchan el Evangelio y parecen receptivas, pero sus vidas muestran que nunca han nacido de nuevo, simplemente continúan en sus caminos pecaminosos.
También me he dado cuenta de que la mayoría de las personas con las que nos relacionamos no prestan atención a lo que decimos y lo que leemos de la Biblia debido a sus desafíos físicos. A un hombre hambriento le resulta difícil concentrarse en otra cosa que no sea en las formas de obtener alimentos para comer. “Un estómago vacío no tiene oídos” es una frase africana que se usa comúnmente para representar la desesperación de los hambrientos en busca de comida. Predicar el Evangelio sin atender las necesidades básicas de los desesperados a veces termina en vanidad. Un pequeño acto de bondad puede hacer mucho para ayudarlos a escucharnos.
Los métodos convencionales de las misiones también han sufrido muchos reveses, especialmente en áreas donde prevalecen la insurgencia y el terrorismo. En el norte de Nigeria, la mayoría de los campos misioneros han sido abandonados a medida que los misioneros y los cristianos son asesinados a diario. El miedo a los ataques no nos ha permitido aventurarnos en muchas comunidades, ya que los bandidos amenazan con atacar incluso los campos de refugiados en las aldeas vecinas donde la gente ha huido en busca de refugio.
Pero he notado algo sorprendente. Los no alcanzados ahora están migrando en masa a la parte sur del país. Ya no podemos enviar misioneros a los no alcanzados, pero Dios nos está enviando a los no alcanzados.
En respuesta a esta migración masiva, debemos reconocer la inmensa oportunidad que tenemos de difundir el Evangelio. Los cristianos ahora pueden alcanzar a los no alcanzados en sus vecindarios sin arriesgar físicamente sus vidas. No reemplazamos el método convencional de realizar misiones, sino que simplemente lo complementamos.
Necesitamos saber quiénes son nuestros destinatarios y establecer relaciones con ellos con el propósito de presentarles a Cristo. También debemos tener cuidado de vivir un estilo de vida que los haga querer por nosotros. Nuestro comportamiento puede llevarlos a Cristo o asustarlos.
Esforcémonos por buscar amistades uno a uno como parte de la forma en que evangelizamos el mundo. Un pequeño cambio de los métodos convencionales puede ser de gran ayuda para llegar a los no alcanzados. Un poco puede hacer mucho para llevar a muchos a Cristo.