Ser provida: El largo camino por recorrer
He sido provida desde mi primer encuentro con un bebé no nacido cuando estaba en segundo año de secundaria en una clase de biología en 1963. Desde ese momento en adelante, no he podido comprender cómo una persona racional podría negar de manera creíble que estamos viendo a un ser humano.
En consecuencia, quedé profundamente conmocionada cuando varios estados liberales comenzaron a aumentar el acceso legal al aborto a fines de los años 60 y principios de los 70. Me sentí consternado, al igual que decenas de millones de compatriotas estadounidenses, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos intentó quitarle la cuestión del aborto a los estadounidenses en la infame decisión Roe v. Wade (1973), que legalizó el aborto en los primeros dos trimestres del embarazo.
Al igual que decenas de millones de mis compatriotas, mi corazón se angustió aún más cuando el número de abortos a nivel nacional se disparó a aproximadamente 1,5 millones anuales en 1975. Fui uno de los primeros voluntarios en el ejército provida que buscó defender a nuestros conciudadanos no nacidos que estaban bajo un ataque letal tan sostenido.
Desde el principio, los provida entendieron que la revocación judicial de Roe no haría retroceder la sangrienta ola de abortos que posteriormente se extendió por nuestra nación. Yo mismo he dicho muchas veces que la revocación de Roe, que se llevó a cabo mediante el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization (2022), restablecería el status quo ante la situación tal como era antes de la decisión Roe del 22 de enero de 1973.
Y, por supuesto, eso era legalmente cierto. La revocación de Roe no ilegalizó el aborto. Simplemente devolvió las decisiones sobre el aborto a la gente de los diversos estados. Sin embargo, la suposición de que estábamos volviendo a los Estados Unidos de 1973 en cuanto a la actitud social hacia el aborto no podría haber sido más equivocada.
El fuerte impulso a favor de leyes estatales y nacionales que legalicen el aborto a demanda durante los tres trimestres a raíz de la revocación de Roe subraya hasta qué punto medio siglo de aborto legalizado (y aproximadamente 65 millones de abortos) ha socavado la brújula moral de la nación.
Mientras que aproximadamente el 65% de los estadounidenses se opone al aborto a demanda durante los tres trimestres, Estados Unidos ahora tolera escenas y actividades que habría rechazado como horribles en 1973. Esta nueva realidad se hace patente casi a diario para los estadounidenses provida. Hace apenas unos días leí sobre el creciente fenómeno de las fiestas de “embalaje de píldoras”, en las que grupos de mujeres se reúnen para preparar kits que se enviarán por correo a las mujeres que solicitan píldoras para interrumpir sus embarazos. Uno de esos grupos celebró la preparación de 350 de esos kits en una noche (posiblemente 350 bebés muertos). Entre julio de 2023 y marzo de 2024, esos grupos “proporcionaron más de 68.000 kits de aborto por correo a residentes en estados con límites estrictos” al aborto.
Tras la anulación de Roe, hemos visto a muchos estados apresurarse a liberalizar las leyes sobre el aborto, y la violencia contra los centros de embarazo provida se ha disparado. Ahora, el partido demócrata ha nominado a una candidatura nacional que es más radicalmente pro aborto que cualquier otra en la historia de Estados Unidos. La vicepresidente Harris está a favor del aborto completo en los tres trimestres y su compañero de fórmula, Tim Walz, como gobernador de Minnesota, firmó una ley que permite el aborto hasta el nacimiento y derogó una ley que exigía que un médico intentara salvar a un bebé que sobreviviera al aborto.
Nosotros, los que formamos parte del movimiento provida, tenemos una importante tarea por delante. Debemos hablar en nombre de nuestros conciudadanos no nacidos que no pueden hablar por sí mismos. Al hacerlo, debemos estar preparados para enfrentar muchos obstáculos. Un ejemplo clásico de esto es la reciente decisión de la Corte Suprema de Arizona que permitió por poco margen que el folleto informativo publicado por el estado sobre el referéndum sobre el aborto en Arizona llamara al feto un “ser humano no nacido”.
En las continuas guerras culturales, la batalla por el lenguaje seguirá siendo intensa. Si la izquierda cultural se sale con la suya, censurará nuestro derecho a decir verdades tan esenciales como que un feto es un “ser humano”.
Esa lamentable verdad es parte de la nueva realidad a la que nos enfrentamos cuando tratamos de defender la verdad en la plaza pública. Que Dios nos dé la sabiduría y la perseverancia para impedir que nuestra nación continúe con la práctica del sacrificio de niños, al que eufemísticamente llaman aborto.